
Una de las mejores formas de enfrentar como sociedad el mal trato de nuestros niños y niñas (entendido este como el abuso sistemático e intencional de poder que se da al interior de la familia y que corresponde a violencia física, psicológica, abuso sexual y económico, entre otros) es promover una serie de acciones positivas para aquellos que se encuentran en situaciones complejas de vulnerabilidad, donde puede estar en riesgo su sano crecimiento y desarrollo.